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LAS SAGRADAS RELIQUIAS
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LAS SAGRADAS RELIQUIAS de la Pasión de Cristo

Hablar de Puebla del Maestre, es hablar de sus Sagradas Reliquias, pero, ¿sabemos que son las Sagradas Reliquias?, ¿conocemos su historia?, ¿conocemos las leyendas que hay sobre la llegada de las mismas?. En este apartado intentaremos solucionar todas esta dudas.

Una "reliquias" es una parte del cuerpo de un santo o objetos que por haberlo tocado son dignos de veneración. Las Sagradas Reliquias de Puebla del Maestre son objetos que han estado íntimamente unidos a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Se encuentran en un viril ovalado dentro de una custodia o relicario de plata, posteriormente dorado en alguna de sus partes. Con fecha de 5 de Julio de 1.762, según documento que se conserva en la Parroquia, Don Manuel Quintano Bonifaz, Arzobispo de Farsalia e Inquisidor General de todos los Reinos y Dominios de España certifica que el relicario contiene una espina de la corona que le pusieron al Señor, un trozo de manto púrpura que pusieron a Jesucristo para burlarse de El, un trozo de esponja con la que le dieron a beber vino y vinagre, un trozo de cordel con el que ataron al Señor y lo más importante: el lignum Crucis o trozo de la Cruz del Señor. La primera de estas Sagradas Reliquias, se encuentra situada dentro del viril sobre una cruz de plata. Las restantes se encuentran alrededor de la citada cruz en unos soportes de forma estrellada. Seguidamente vamos a acercamos a la historia de las Sagradas Reliquias.

El Rey Femando el Católico, en 1.506, concedió el condado de Puebla del Maestre a Don Alonso de Cárdenas y Portocarrero, primer adelantado Mayor del Reino de Granada, Alcaide de los castillos de la Mota, Chinchilla y Sax y de los Reales Alcázares de Almería, Comendador de Mérida en la Orden de Santiago, Señor de Bacares, Villacelumbre y Belefique, y  Señor de Puebla del Maestre, mayorazgo que había sido fundado por su abuelo Don Alonso de Cárdenas, último maestre de la Orden de Santiago.

A partir de esta fecha, en que se funda el condado de Puebla del Maestre por el Rey Católico, fueron trece los señores que lo poseyeron, en herencia hasta llegar a Doña Catalina de Cárdenas y Colón quien, con el número XIV, entró en posesión del título de Condesa de este pueblo, heredado de su padre D. Diego de Cárdenas Valda y Zárate.

Doña Catalina se casó con Don Francisco Jotavila, Duque de San Germán en Nápoles, Caballero de la Orden de Santiago en 1.653. Muere su esposo y entonces ella recibe, en herencia, el santo Relicario que aquel había recibido del Duque de Calabritos, General de las Armas de la Iglesia su sobrino. Regalo que la Santa Sede había hecho al Duque de Calabritos en recompensa "por el religioso celo con que lo sirvió". Cosa esta muy frecuente en aquellos tiempos, en que la Iglesia solía regalar reliquias insignes a aquellos que de algún modo, se distinguían en su servicio.

Del matrimonio entre Doña Catalina y Don Francisco Jotavilla no hubo descendencia. Por esta causa el título, y también el Relicario, pasan a su hermano Doña Lorenza de Cárdenas y Colón de Toledo y Portugal, VI Marquesa de Bacares y XV Condesa de Puebla del Maestre. Esta se casa primero con Don Francisco Tello de Portugal, II Marqués de Sauceda. Matrimonio que fue anulado. Volviéndose a casar con Don Luis Enriquez de las Casas y Villalobos. De este matrimonio nace una hija Doña Lorenza de Cárdenas hace testamento dejando el Relicario a su hija Doña María Ana Enrique de Cárdenas, imponiéndole la obligación de entregar el Relicario con las Reliquias que contenía a su fallecimiento, a la Iglesia Parroquial de Puebla del Maestre para su culto y veneración.

Y así fue en efecto. Porque...

Doña María Ana, casada con Don Alonso Fernández-Manrique otorga notarialmente que en cumplimento de lo dispuesto por su madre, mandó entregar a la Iglesia Parroquial de Puebla del Maestre, las Sagradas Reliquias que se encontraban en su oratorio.

Entre los documentos que de algún modo prueban la autenticidad de las Sagradas Reliquias, y que se guarda en el archivo parroquial, hay un cuaderno con tres muy importantes. De ellos sacamos a historia verídica de la llegada de éstas al pueblo.

Es el primero un escrito dirigido al Párroco de Puebla del Maestre por el entonces Inquisidor General de todos los Reinos y dominios de S.M.C. y de su consejo, Arzobispo de Farsalia, Don Manuel Quintano Bonifaz. Está fechado en Madrid el 14 de Junio de 1.762. En el se comunica al párroco el fallecimiento de Doña María Ana Enrique de Cárdenas y la cláusula de su testamento referente a la donación que hacía del Relicario a dicha Parroquia.

Por esta carta sabemos que el Inquisidor General estuvo en posesión del Relicario, muerta su legítima dueña, en calidad de depósito, como testamentario de la misma, hasta que el Párroco de Puebla del Maestre fuera personalmente a recogerlo o comisionara, para ello, alguna persona de su mayor confianza en la Corte y Villa de Madrid.

Veintitrés días se suceden entre este primer aviso y la contestación del Párroco al Inquisidor. La contestación tiene fecha de 6 de Julio del mismo año. Por ella se comisiona a Don Francisco de Córdoba, IV Marqués del Vado y esposo de Doña Isabel María Pacheco y Córdoba, XII Condesa de Puebla del Maestre, residente en Madrid, para que se hiciera cargo del Relicario.

Examinado detenidamente el Relicario, en presencia de los demás testamentarios de Doña María Ana, se atraviesa con un listón de seda encarnada y con el sello de armas del Inquisidor General, para que no pudiera abrirse y así constara al párroco que eran las mismas reliquias donadas por la testadora. Se coloca después el Relicario en una caja de madera forrada, por dentro, de "tafetán encarnado" y, por fuera, de "terciopelo carmesí". Esta caja fue, igualmente, cerrada y atravesada con un listón encarnado con el sello de armas del Inquisidor. De este modo se hizo entrega al Marqués del Vado, en Madrid, el día 18 de Julio de 1.762.

Estos detalles los leemos en el documento del Sr. Inquisidor, convenientemente firmado y sellado, que junto con las certificaciones de los sobrinos y testamentarios de la testadora se le entregaron, aquel día, al Sr. Comisionado.

El tercer documento es para nosotros que hoy veneramos con tanta fe y amor estas Sagradas Reliquias, de suma importancia. El suple, de alguna manera, lo principal: la "auténtica". Nunca dejaremos de lamentar la pérdida de este importantísimo documento que diera fe, con la firma del Papa entonces reinante la veracidad de dichas reliquias.

Esta certificación está fechada en Madrid el día 15 de Julio de 1.762. El documento hace mención a la autenticidad de las Sagradas Reliquias y a su trayectoria hasta que fueron donada.

También explica la composición del Relicario así como del escudo de los condes que hay en su peana junto con los símbolos de la Pasión del Señor. Las firmas que avalaran este documento son las siguientes: Conde de Boxnos, Duque de Arco y Conde de Castraponce, sobrinos de la difunta. Don Antonio Díaz Huerta de la Compañía de Jesús. Don Cayetano Obregón, Ballestero Mayor del Rey y Don Manuel Quintano Bonifaz, Inquisidor General. Quienes con los anteriores fueron testamentarios.

Desde la primera comunicación hasta la llegada del Relicario al pueblo transcurrieron ocho meses y doce días. Era entonces párroco de esta villa Don Miguel Gómez Xaxillo.

Aquel 26 de Febrero del 1.763 marcha a la vecina ciudad de Llerena para recibir el preciado tesoro. El mismo nos cuenta lo sucedido. En casa de Don Manuel Bragado, vecino de Madrid, quien seguramente trajo desde Madrid el Relicario hasta Llerena, donde, por conjeturas, deducimos que residía algunas temporadas, y ante Don Nicolás Montero, sacerdote de Llerena, se abre un cajón que venía rotulado en esta forma: a Don Miguel Gómez Xaxillo, Cura Párroco de Puebla del Maestre. Quitada la tapa de arriba se saca el cajoncito en forma de custodia, cuya descripción era exactamente igual a la reseñada en las certificaciones. Con unas tijeras se corta el listón encarnado que cubría el Relicario. Este listón con el escudo de armas del Inquisidor se guardó juntamente con el Relicario, según él mismo dejó escrito en su certificación, pero que hoy ya existe por haberse extraviado.

Examinado el Relicario y coincidiendo en todo con los detalles reseñados en las certificaciones que le acompañaban, se vuelven a cerrar la caja y, haciéndose cargo del mismo, juntamente con los documentos, lo trajo consigo a esta villa, colocándolo en un Sagrario de la Parroquia.

Una vez las Sagradas Reliquias en el pueblo, al párroco se le presenta la duda de que tipo de culto debería dar el pueblo al Relicario. Así después de escribir una carta al Sr. Obispo de Badajoz, Don Manuel Pérez Minayo, este autoriza el culto público a las Sagradas Reliquias con fecha de 9 de Marzo de 1.763. Posteriormente el 20 de Octubre de 1.871 y por intercesión de Don Juan Tornero, canónigo de la Santa Iglesia Catedral, el obispo comunica al párroco de Puebla del Maestre que las Sagradas Reliquias deberían ser veneradas con "culto de latría".

Todo cuanto hemos escrito anteriormente es rigurosamente cierto. Aunque nos gustaría saber más sobre la historia de nuestro Relicario, aquí hemos consignado, del modo más sencillo para que todos puedan entenderlo, cuantos datos existen en el archivo parroquial.

Pero el corazón no entiende de razones. Y el amor, que idólatra, crea entorno a la persona u objeto amado, un clima de fantasía que hace florecer fácilmente la leyenda.

Todavía nos emociona oír contar a nuestros ancianos, con labios temblorosos, esta historia que ellos aprendieron de sus antepasados. Como siempre, de generación en generación, fueron legándose todos sus detalles, como si se tratase de un preciado tesoro. Gracias a ellos nosotros hoy la sabemos.

El Relicario vino a esta villa sobre una mula por el camino de Llerena. Entonces no había coches, ni este pueblo tenía carreteras. Después de recorrer la distancia que media entre estos dos pueblos, por un atajo sinuoso y difícil, entre montes con recias encinas y paradas laderas, llegaron a un lugar llamado "El Puerto de Llerena" donde se había concentrado el vecindario para recibirlo. Este lugar dista unos tres kilómetros del pueblo.

Bajando de la mula el cajón que contenía el Relicario, allí mismo es desembalado y colocado, por primera vez, sobre el recio tronco de una encina. Como si el Relicario quisiera ya tomar posesión, y para siempre, del paisaje y el alma de este pueblo, mezcla de tozudez y suavidad, nacido entre anchos olivares e innumerables encinas.

Cuando el pacífico animal le quitaron de encima su preciada carga cuentan que cayó al suelo, muriendo de repente.

Todavía existe la encina sobre cuyo tronco descansó el Relicario. Nos cuentan que por algún tiempo esta encina dio su fruto con una pequeña custodia grabada en su cáscara en forma de Relicario. Desde entonces este lugar se llama el "Cerro de las Sagradas Reliquia". Lo que si es cierto que entraron en el pueblo por la calle que hoy lleva su nombre, precisamente por esta razón.

 

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